
Cuando te vayas no me digas adios.
Véte, solo véte.
Has planes con mi ausenciay marchate sin que me de cuenta.
Porque no me gustan las despedidas,
ni me agrada verte partir.
No quiero escuchar palabras amargas que lágrimas derrochare en sufrir.
Así abstén tu mirada que la mía al paso de llamada estará aislada.
Véte, solo véte,
no me des caricias prometendiendo que habrá otro día.
No te me acerques,
levantate de la silla ignorandome;
No te me acerques ni me digas en el oído el mapa de tu salida.
No ocultes mis lagrimas con tu sonrisa...¡Oh, Dios! ¡Que santa es mi hipocresía
cuando a tu espalda regalo mi risa!
Así que cuando agache la mirada véte,
solo véte, no me digas adios.
Que para mi el adios es para siempre
y momentanea una desaparición...
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